Por eso el masajista se pone las botas siempre que la golfa acude a su centro de masajes, sabe que si se lo curra y le da un buen masaje, la tía le recompensará con un buen polvo. Esto sí que es triunfar, cobras por el servicio y encima te tiras a una tía buena ¿Pero esto no era al revés? Jejeje.